En el año de 1940, en un pueblo lejano de Inglaterra, vivía una joven de 20 años muy bella, su piel era tan nívea y su cabello eran de un negro noche, su ojos eran dos pedazos de obsidiana, su nombre era Lizzie Bennet.
Ella era la segunda de cinco hermanas, provenía de una familia de burgueses, su madre era una persona muy ambiciosa y quería casar a todas sus hijas con hombres acaudalados para mejorar su posición social y sin importarle si ellos se amaban o no. Por otra parte su padre dueño de la botica del pueblo, era una persona muy noble, amable y cariñoso que siempre les prodigaba mucho afecto y buscaba la felicidad de todas ellas.
Un día, se organizó una fiesta en honor de la familia mas acaudalada del pueblo. Y todos ellos fueron invitados.
Lizzie al entrar al fastuoso salón decorado con hermosas candiles de cristales de multiples colores, se encontró con una mirada penetrante y azul, que la observaba. Esta pertenecía a un apuesto hombre, que se le acercó sin dejar de mirarla y al llegar hasta ella se inclinó y le besó la mano y le dijo:
-Eres la mujer mas bella que he visto, soy Mr. Darcy.
Lizzie no podía dejar de mirarlo esta hipnotizada por la fuerza de su mirada, pero a la vez se sintió intimidada por él.
Bailaron toda la noche y al finalizar la fiesta, Mr. Darcy le dió un beso fugaz y le prometió buscarla.
Paso el tiempo y ella no podía olvidar ese increíble momento, hasta que un día que iba cruzando el puente se encontró con él y el se portó indiferente. En ese momento la ilusión que tenía la muchacha se rajó de parte en parte, sufrió mucho la decepción.
Para la primavera, Lizzie se encontraba en el puente meditando sobre su futuro, y de repente sintió una presencia a sus espaldas, cuando empezó a voltear ya sabía quién era el que estaba detrás de ella, con mucha tristeza le dijo:
-¿Que hace aqui?.
Entonces el tomó su mano y la beso tiernamente y le dijo:
-"Te amo, perdoname por evitarte el año pasado, pero es que estaba muy confundido, te ame desde el primer momento que cruzaste por la puerta del salón, eres la criatura mas hermosa y dulce que he conocido".
Ella al oír esas palabras sintió como se derretía su corazón, pero sin saber porque le contestó,
- Usted sería el último hombre con el que me casaría, no lo entiendo, usted me ignoró me dejó de hablar y ahora viene con esto.
Al terminar de decir esto, Mr. Darcy arqueó las cejas, suspiró, abrió la boca para decir algo pero se calló, dió media vuelta y se alejó.
Lizzie quizó correr detrás de él, pero se quedó petrificada, no podía moverse, ese hombre había herido su orgullo, a pesar de todo lo amaba tanto y nunca había dejado de pensar en él.
Los años trancurrieron, y Lizzie nunca quizó casarse, su pena aumentó al saber que Mr. Darcy se había casado con una acaudalada muchacha de un pueblo vecino.
Para la navidades del año 1950, se organizó una cena de navidad en el palacio municipal en dónde todos los integrantes del pueblo estaban invitados, solo que tenían como requisito ponerse un antifaz, ella no quería ir, pero pensó que era momento dejar el pasado atrás e intentar ser feliz, se pusó un vestido de tafetán azul rey, que le quedaba bellísimo ya que hacía resaltar la blancura de su piel y se colocó un antifaz de plumas de pavorreal que hacian resaltar lo enigmático sus ojos negros.
Se sentó en una mesa a observar a las parejas bailar al son de un vals, lanzó un suspiró y bajó la cabeza, al levantarse a buscar una copa que estaba en la mesa de viandas, alguien la tomó por la mano y tocó delicadamente su cintura y la llevó a la pista de baile, sus miradas se encontrarón y a través de un antifaz negro, vislumbró los ojos con los que había soñado desde hacía varios años. Sin meditarlo se arrojó a sus brazos y lo besó.
Mr. Darcy, le dijo:
- Oh amada mía, cuanto tiempo he esperado este momento, te amo demasiado.
Lizzie, avergonzada trató de alejarse y le dijo:
- "Pero lo nuestro no puede ser, tu estas comprometido"
El le contestó,
- Eso no es cierto, fueron habladurías de la gente, me fuí al medio oriente para tratar de olvidarte, pero nunca pude, con cada mujer que estaba veía tus bellos ojos, fue una tortura saber que tu no me correspondías, ¡oh mi amor!.
Ella le contestó:
-Siempre te he amado, pérdona mi indiferencia, tenía tanto miedo de que lo nuestro fuera un espejismo.
Se abrazaron y todo el pasado quedó atrás.
El verdadero amor cuando es amor, perdura, no importan las adversidades a la que nos enfrentamos.
Y así querida nietecita mía, tu querias que te contara como nos conocimos tu abuelo y yo, esta es la historia......
Escrito por Luisa Fernanda Rincón Salcedo