Rocío quería compartir una sorpresa redonda y rojiza con su buen amigo Miguel. Era una pelota muy rebotadora. Apenas ayer, Josué le había dado a Rocío la pelota. Jugaron a arrojar y a atrapar, Mario se encontraba en el centro, jugaron "gato". Rocío estaba ansiosa por jugar ese juego con Miguel. Y pensó para sí, "como hoy voy a jugar con Miguel, me puedo saltar mi sesión de ejercicios", y llegando a su casa, sacó un vaso de leche del refrigerador y tomó un poco, para tener un poco de energía.
Rocío se limpío las manos, y corrió a casa de Miguel, ella estaba ansiosa por jugar.
Al encontrarse con Miguel,el le dijo:
-¡Hola Rocío!, ¡oh cielos!, ¿que es eso?.
-"Es algo divertido Miguel", exclamó Rocío, "podemos jugar con ella a arrojar y a atrapar".
Y así jugaron ese dulce juego, en donde se veía como los rizos dorados de ambos saltaban de un lado a otro. En esa edad sólo hay dulzura y ellos aunque no lo sabían, sentían que disfrutarlo al máximo. Al terminar, la pequeña niña le prometió a Miguel que el siguiente día jugarían con la pelota.
Al llegar corriendo a su casa con las mejillas sonrosadas, se encontró con un pequeño objeto que también le había regalado Josué. Entonces decidió llevarsela a su mejor amigo.
Tocó otra vez la puerta de la casa vecina y Miguel sorprendido le abrió y le dijo.
-¿Qué pasa?
Ella le enseñó el botecito:
-Es un frasco de burbujas.
-Wow, me encanta mi regalo.
Entonces los niños se pusieron a hacer burbujas. Las burbujas flotaron suavemente sobre sus cabezas y muy pronto el aire se llenó de burbujas y risas.
"Porqué después de todo, la diversión como la amistad, viene de muchos tamaños".
Escrito por Analy Ysabel Higareda Alzate
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